Inteligencia artificial: oportunidad o amenaza para el periodismo
Los algoritmos de IA ya son capaces de generar automáticamente noticias simples basadas en la recopilación de datos. También son capaces de analizar el comportamiento y las preferencias del usuario para ofrecerle contenido personalizado en función de sus intereses. O de facilitar el análisis de datos para identificar patrones que sirvan a los periodistas como punto de partida para generar noticias.
Que la inteligencia artificial (IA) ha venido para quedarse en nuestra sociedad ha pasado de ser una predicción a una realidad. Y el ámbito de la comunicación y el periodismo no son, desde luego, una excepción, ya que la IA ya está transformando la forma en que se producen, distribuyen y consumen las noticias.
En la comunicación corporativa las IA también están adquiriendo un papel relevante en la detección de noticias, la generación de informes de cobertura o la extracción de datos relevantes que ayuden a la toma de decisiones estratégicas relacionadas con la comunicación.
La IA y sus desafíos
El camino de la transformación tecnológica implica innumerables desafíos, entre ellos los legales, los éticos o los formativos.
La perspectiva legal ha alcanzado recientemente su primer hito con la aprobación en Europa del primer marco regulatorio integral sobre inteligencia artificial. Una ley planteada para regular este tecnología y establecer limitaciones sobre cuestiones que parecen extraídas de la ciencia ficción, como la vigilancia biométrica en espacios públicos, que queda reservada específicamente a las fuerzas del orden; la prohibición de sistemas de puntuación social, al más puro estilo Black Mirror; o la de sistemas de IA capaces de manipular el comportamiento humano.
La transparencia como prioridad
En el ámbito ético se abren interesantes debates periodísticos sobre si deberían identificarse los textos escritos por una inteligencia artificial. Incluso al preguntar a Chat GPT por esta cuestión nos muestra su recomendación de “priorizar la transparencia siempre que sea posible para construir y mantener la confianza en el periodismo y la comunicación”. Del mismo modo que se separa información de publicidad, no es lo mismo que una IA escriba un texto a que lo haga un periodista, y la transparencia debería primar efectivamente para que el lector pueda distinguir y discernir sobre lo que lee, escucha o ve.
La formación periodística también nos deja un espacio vacío, el de miles de periodistas formados sin haber tenido en cuenta esta tecnología y sin conocimientos previos para aplicarla.
En este momento la inteligencia artificial ya tiene capacidad para convertir textos en voz, automatizar la publicación de contenidos en redes sociales, transcribir audios, verificar la procedencia de determinados hechos o incluso replicar la voz de un locutor. Sin embargo, no tiene capacidad para darle emoción a un texto o para hilar los argumentos de un editorial en el ámbito de la opinión.
Como en toda transformación inicial, su llegada al periodismo tiene una parte de amenaza y otra de oportunidad, pero en este momento aprender a convivir con ella parece la única opción, ya que en esta ocasión el hecho noticiable no permanece ajeno al periodismo, sino que se integra en la profesión. Lo que desconocemos aún es hasta qué punto lo hará.
